viernes, 19 de junio de 2015
PONENTES MÁSTER EN CREATIVIDAD Y ADOLESCENCIA EN LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA
EL DÍA 8 DE JUNIO DE 2015 TUVO LUGAR UNA MESA REDONDA SOBRE EL TEMA "CREATIVIDAD Y ADOLESCENCIA" DENTRO DEL MÁSTER DE FAMILIA QUE ORGANIZA LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA.
DE IZQUIERDA A DERECHA:
EULÀLIA VENTURA, FUNDADORA Y DIRECTORA DE TRETZEVENTS (LA FLORESTA, BARCELONA), BASADO EN LA PEDAGOGÍA WALDORF.
CARMEN URPI, ORGANIZADORA DEL ACTO.
ELISA ÁLVAREZ, DIRECTORA DE INTERAC Y EXPERTA EN CREATIVIDAD
MARISA MUSAIO, PROFESORA DE LA UNIVERSITÀ DEL SACRO CUORE DE MILÁN, INVESTIGA SOBRE LA "PEDAGOGÍA DE LO BELLO"
miércoles, 11 de marzo de 2015
OTRA FAMILIA ASTURIANA (Carta a la comisión de Escolaridad)
En este blog intentamos que conozcáis lo que viven algunas
familias.
Hay veces que se escribe desde una desesperación que podría
haberse evitado.
Sabemos que también habrá experiencias mucho más agradables, que
podríamos publicar cuando nos lleguen.
Carta
a la comisión de Escolaridad
Me dirijo a ustedes
para pedir un cambio de centro urgente para nuestro hijo.
Tengo que poner por
escrito todo lo que él ha vivido hasta ahora y eso me duele en el alma, por lo
que intentaré ser breve aunque pienso que también será una terapia para mí.
Mi hijo actualmente
tiene 11 años y está cursando 6º de Primaria, ha sido un niño incomprendido por
la mayoría de los profesores que le han dado clase, en algunas ocasiones vejado
por ser inquieto o movido.
Todo comenzó cuando
tenía 3 años y empezó a desmayarse sin un porqué. Nos dedicamos a recorrer
médicos hasta que diagnosticaron que podía tener EBI, epilepsia benigna de la
infancia.
Tomó el
tratamiento durante
1 año, comenzando a los 4 años. Pero este tratamiento le dejó la mente en
blanco, la profesora no podía creer que uno niño tan inteligente acabara 3º de
infantil sin saber leer ni escribir. Por lo tanto la pediatra nos dijo que le
quitáramos el tratamiento cuanto antes.
Paso a 1º sin saber
leer ni escribir. Aquí comenzó el infierno, 60 fichas para navidades, de un
mecanicismo total.
Le pusieron un profesor
de apoyo para matemáticas que le gritaba y lo reñía constantemente hasta que hablamos
con él y le explicamos que podía desmayarse fácilmente, pues se ponía nervioso.
Al día siguiente en su clase cayó redondo. Entendió a la fuerza que era un niño
sensible y nervioso cuando lo pudo comprobar.
El problema parecía
resuelto, pero a finales del curso la
P.T, que nos había dejado un libro para hacer silabeo y que no uniera
las letras. Al entregarlo, muy felices de haberlo finalizado, pensando que a nuestro
hijo le reconocerían el trabajo realizado. A la profesora solo se le ocurrió
preguntarle si creía que estaba aprobado o suspenso. Él, todo feliz, con 6
años, me mira y asiente con la cabeza; la PT responde que estaba suspendido. Mi
hijo me miró con lágrimas en los ojos y con un llanto que ya no podía contener;
por aquel entonces ya me dijo que la vida no le gustaba.
Fuimos a un neurólogo
de Santander para ver lo que le pasaba a mi hijo, en realidad nos dijo que ya
no tenía foco epiléptico pero si tenía el sistema nervioso central sensible, y
poco a poco según fuera madurando se le quitarían los desmayos.
Pasó a segundo curso y
le tocó una profesora que se dedicó a preparar las oposiciones en clase
mientras mirada el móvil.
A mi hijo lo dejaba
castigado y solo. Yo he visto todo esto, pues soy cuidadora de infantil en
dicho colegio.
El profesor del año
anterior que seguía dándole apoyo le hizo aguantar la caca en clase hasta que
no pudo más, otra profesora de P.T, le tiró del pelo. Cuando mi hijo mayor me
dijo si iba a consentir que a su hermano le siguieran maltratando, hablamos con
su profesora para saber si le había hecho eso, a lo que ella respondió que sí,
porque era muy nervioso y ella también lo era, no pudiendo resistirse; también dijo
que algún día encontraría a una profesora que lo tiraría por la ventana.
Pasó a tercero, el
mejor año de su vida porque le tocó una profesora maravillosa y dinamizadora
que motivó a nuestro hijo y consiguió alcanzar el nivel de la clase, mediante
escritura, cuentos, juegos, y una plataforma virtual donde ellos mismos se
podían relacionar e interactuar con ella.
Parecía que la
pesadilla había cesado y mi hijo por fin se sentía integrado y seguro de sí
mismo.
Hasta que pasó a 4º
curso y llegó una persona con un carácter que no les dejaba ni respirar, no
soportaba que los niños llevaran rueditas en las mochilas por el ruido, ni
tampoco bolígrafos de muelles.
Era una castrante en
toda regla, varias madres nos vimos en la tesitura de denunciar mediante un
escrito el maltrato psicológico al que había sometido a los dos más
movidos.
A nuestro hijo le
preguntó si creía que estaba capacitado para ir de excursión, a lo que H. que
siempre había ido a todas las excursiones incluso cuidando a los de infantil porque
le encantan los pequeños, respondió que no, porque era muy movido y ella sin
titubear lo dejó sin la excursión de fin de curso, diciendo que no le importaba
lo que opinaran los padres.
También le dijo que era
el payaso de la clase y utilizó a varias niñas para que señalaran cuando se
portaba mal. Un gran ejemplo de integración.
Yo me fui del colegio
sin denunciar el caso, pues es donde trabajo como cuidadora, y decidimos
cambiar a nuestro hijo a otro colegio del centro de la localidad pensando que
todo pasaría.
Así fue en 5º curso, él
se integró totalmente con los compañeros, porque sólo son 7 niños, y además amigos
del fútbol.
El primer año transcurrió
muy bien, lo escogieron para hacer un video, a mi hijo le encanta participar
bailando y actuando.
La profesora lo motivó,
con suma paciencia de su parte y gran esfuerzo, pues nuestro hijo andaba mal en
ortografía y aritmética. Él tenía un gran cariño y admiración a su profesora.
Acabamos 5º con muy
buenas intenciones, pero al volver de vacaciones algo había cambiado, la
profesora se mostró sería y distante.
Ella misma en la 1º
reunión con los padres manifestó que quería que los niños pasaran el instituto
totalmente maduros. No les iba a permitir nada.
Nuestro hijo se lleva
genial con sus compañeros, pero a raíz del comentario inoportuno de la
profesora sobre que alguien olía mal, comenzaron a señalar a un niño de la
clase que siempre está muy callado y le cuesta hacer amigos.
La tutora actual es la
misma de 5º curso, pero parece una persona distinta al año pasado pues el año
anterior se volcó con ellos, fue empática y paciente.
Nos citó para decir que
a nuestro hijo le pasaba algo, estaba distraído. Comenzó a tener un cuadro de
ansiedad, molestias estomacales, falta de apetito, mareos y no poder conciliar
el sueño por la noche.
Fuimos a la pediatra y
ella nos dijo que primero lo tendría que mirar un psicólogo para ver lo que le
ocurría.
Fuimos a Bilbao y dos
psicólogos clínicos especialistas les pasaron pruebas de capacidad y aspectos
emocionales durante 6 horas, un mes después teníamos el resultado.
Cuando nos dijeron que nuestro
hijo mayor era de altas capacidades nos lo creímos porque siempre fue un niño
muy despierto y con gran rapidez mental, pero lo que no esperábamos era cuando
nos dijeron que el pequeño tenía gran dotación.
Estuvimos casi una
semana intentado digerir la noticia, aunque no sabíamos que hacer, leí un
montón de libros sobre el tema y desde luego que encajaban a la perfección con
la personalidad de mi hijo; hipersensible, distraído, cuando le gusta un tema
no quiere parar, siempre le pasó con la lectura porque no quería dejar de leer,
son personas con un alto grado nivel de crítica y que no encajan muy bien las
normas cuando no tienen una explicación. Se cuestionan todo y suelen tener una
gran curiosidad que les hace preguntar todo muchas veces. Esa es una característica
muy marcada de nuestros dos hijos. Los dos salieron con gran creatividad y en
el caso del mayor un gran nivel de eficiencia.
Cuando le comuniqué los
resultados a la profesora, no se lo podía creer, incluso le dio la risa, y me
dijo si lo iba a llevar a un colegio especial, alegando que era imposible que
un niño con los resultados académicos que él tenía pudiera ser sobredotado.
También me dijo que
ella no iba a hacer nada diferente de lo que tenía programado y que eso lo
tenía que verificar la orientadora del centro aunque los datos ya saldrían
sesgados.
Durante un mes les
pasaron las pruebas, mi hijo venía de la escuela diciendo que le habían hechos
los mismos ejercicios que en Bilbao, pero que no los había hecho tan bien como
allí.
La orientadora se reunió
conmigo y me dijo que no tenía sobredotación. En realidad me importa muy poco
si mis hijos son de altas capacidades o no, pero creo que varios profesionales
con más experiencia es difícil que se equivoquen.
Lo que si me preocupa
es que nuestro hijo ahora mismo se encuentra con un alto nivel de ansiedad,
rayando la depresión pues no quiere comer, ni tampoco dormir, viene del colegio
con fuertes dolores de tripa, de cabeza y mareos.
Fuera de registros,
cartas, informes, burocracia que son papeles a fin de cuentas quiero lanzarles
una pregunta si son padres: ¿cómo se sentirían ustedes si a sus hijos les pasa
algo parecido que al nuestro?
Como dice Cesar Bona,
el profesor que ha sido elegido para ser uno de los mejores profesores del
mundo, las asignaturas más importantes son la empatía y el respeto hacia el
niño y su salud emocional tanto como psicológica.
Da la casualidad que
los buenos resultados vienen de la mano de un equilibrio entre la emoción y la
razón. La emoción según los avances neuropsicológicos son la base del
aprendizaje cognitivo. Cuando se lo comuniqué a la profesora me respondió con
algo que me dejó perpleja: -"¿qué tiene que ver lo emocional con lo
cognitivo?".
No estoy yo para dar
clases magistrales, pero si tengo que decir que a raíz de lo que le sucedió a nuestro
hijo no he parado de estudiar, en la actualidad soy Docente de Primaria,
cursando actualmente el segundo grado de Infantil y haciendo las prácticas en
el centro al que quiero que vayan mis dos hijos porque he podido comprobar,
realizando mis 4 prácticum, que en este colegio se contempla la diversidad y se
intenta integrar a los niños con distintas capacidades, bajo el respeto y
cariño. Para hacerles participes de una gran educación basada en los valores.
Hasta aquí hemos
llegado y ya no me callo más, pues nuestro hijo tiene la autoestima por los
suelos, está destrozado y con pensamientos del tipo: -"no valgo para
nada".
Por eso solicito
urgentemente un cambio de colegio en este caso para mi hijo pequeño, pero
también para el mayor que ha bajado las notas y se encuentra distraído debido
al sufrimiento de ver a su hermano en tan lamentable situación.
Aunque aparentemente
bajo una coraza parece que mi hijo se ríe de todo, lo que tiene es risa
nerviosa y unas ganas grandísimas de que alguien confié en su posibilidades.
Nos ha dicho la
psicóloga que lo ha salvado que es positivo y sigue esforzándose; con menos
defensas el niño estaría mucho peor.
También me ha dicho que
en cuanto mejore el trato y el respeto hacia él, todo comenzará a cambiar y
podrá demostrar su gran valía como persona
y su potencial.
Desde entonces en casa
han cambiando algunas cosas, ahora está aprendiendo guitarra para relajarse y
haciendo escritura creativa que le resulta muy catártica, no voy a dejar a mi
hijo solo, pues como cualquier madre lo adoro por encima de todas las cosas, y
más por encima de los resultados académicos que no dejan de ser un número.
Considero que lo más importante es ser persona y hacer que la educación tenga
el valor que se merece bajo el respeto y la empatía.
Una madre.
martes, 3 de marzo de 2015
ESCRITO DE UNOS PADRES A INSPECCIÓN EDUCATIVA EN ASTURIAS.
A CONTINUACIÓN TIENEN EL ESCRITO DE UNOS PADRES, DIRIGIDO A INSPECCIÓN
EDUCATIVA EN ASTURIAS.
HE QUITADO NOMBRES PROPIOS.
ES INTERESANTE LEER LO QUE ESTÁ PASANDO, AUNQUE LLEVE UN RATO, PUEDE DIVULGAR ESTO DONDE CONSIDERE MÁS OPORTUNO.
A., 22 de Febrero de 2015
Sr. Inspector de
Educación (remitido en el Principado de Asturias):
(IDENTIFICACIÓN DE LOS
PADRES), como padre y madre respectivamente de A.P.B., alumno del CRA “P.A.D.”
en el aula de B.;
Nos dirigimos a usted
para SOLICITAR un cambio de aula para nuestro hijo, así como para informarle acerca de la situación que vive en la
escuela, en la certeza de que no está siendo atendido ni entendido en sus
necesidades y de que, incluso, se está obstaculizando y perjudicando su proceso de
aprendizaje así como su evolución intelectual y emocional.
Nuestro hijo tiene 9
años, cursa 3º de primaria y es disléxico. Siempre ha mostrado un gran interés por temas
relacionados con la ciencia y la naturaleza, llegando a descubrir a base de
observación y experimentación, por ejemplo, cómo determinar el sexo de varias
especies de insectos (cosa que después hemos podido corroborar como cierta),
que las patas de las ranas antes de salir ya se han formado por completo en el
interior de la piel del renacuajo… y, de igual manera ha destacado en el campo
de la creatividad, en pintura (donde ya le han sido otorgados tres premios, el
último en el concurso de dibujos de Navidad del concejo de V. de este año), en manualidades,
tallando madera, pizarra, haciendo móviles, colgantes…
Con 6 años, en 1º de
primaria, presentaba un retraso en la lectoescritura de aproximadamente 2 años,
razón por la cual recibía apoyo de AL y PT. Durante el curso siguiente estuvo
siguiendo, a nivel privado, una terapia optométrica (visual y auditiva) en la
esperanza de que le ayudaría con sus problemas con el lenguaje. Hizo esta
terapia diariamente durante todo el curso y hubo una mejora en cuanto a audición y
lenguaje (había palabras en las que invertía sílabas o pronunciaba una letra
por otra), pero no la hubo en cuanto a su rendimiento escolar (después hemos
sabido que la terapia optométrica no ayuda en los casos de dislexia). Cada vez
más, intercambiando observaciones entre la tutora de entonces y nosotros e
investigando acerca de la dislexia, llegábamos a la conclusión de que nuestro
hijo encajaba en todos los protocolos de detección de la dislexia.
Él era muy consciente de
sus dificultades y de que tenía que hacer un esfuerzo mucho mayor que sus
compañeros en el colegio para obtener resultados peores y por ello, por su afán de superación, y con la ayuda
de su tutora y de su familia, se esforzaba en hacer esta terapia así como sus
tareas escolares. A medida que avanzaba y comprobaba que su esfuerzo no le facilitaba las
cosas, empezó a mostrar rechazo por el trabajo escolar, escrito o de memorización, y
empezó a somatizar: dolores frecuentes y fuertes de estómago, dolores de
cabeza, etc. Tratamos con la tutora la posibilidad de que nuestro hijo
repitiera curso puesto que su desfase en algunas áreas haría difícil que
pudiera seguir el ritmo de los demás y nos parecía más leve que repitiera ahora,
y no cuando tuviera 2 años más.
El curso pasado vino un
nuevo tutor a la escuela. En la primera semana de curso nos entrevistamos con
él para ponerle en antecedentes de las dificultades que presentaba. Una semana
más tarde –siempre a petición nuestra-, volvemos a entrevistarnos y nos dice
que para él el problema está en que nuestro hijo no tiene “hábito de trabajo”,
y que no existe informe de orientación. Nos resulta sorprendente que no haya un
informe puesto que la orientadora del curso anterior estaba al día de las
dificultades del niño, e incluso se había desplazado a Gijón para entrevistarse
con la directora del centro en el que hacia la terapia optométrica. Entonces
pedimos al tutor solicitar con urgencia cita con la orientadora, pues
considerábamos imprescindible que a partir de un informe se pudieran dar pautas
de actuación para el trabajo en el aula así como orientación para nosotros.
Después de mucho
insistir, a finales del primer trimestre, nos entrevistamos con la orientadora que ya
había realizado las pruebas pertinentes. Sus primeras palabras fueron “Su hijo
tiene una dislexia de libro”, cosa que iba confirmando cada vez más a medida que
le hablábamos de la evolución de nuestro hijo. Así mismo nos señaló que A.
tiene una capacidad intelectual muy alta, razón por la cual llegó a cuestionar
el que estuviera repitiendo curso, porque si bien no presentaba un nivel
aceptable en lecto escritura, lo cual era necesario, en otras áreas podía caer
en el aburrimiento y en consecuencia desmotivarse aún más. Según ella el
rechazo al trabajo escolar era normal y comprensible en su caso por la
frustración acumulada, y era algo que se debía tratar fomentando su autoestima
y con adaptaciones que le facilitaran tener éxito en su trabajo. Además de los
problemas de lectoescritura, A. tiene común con otros disléxicos: la memoria
inmediata, la memorización de series (días de la semana, meses del año, tablas
de multiplicar), así como el aprendizaje de otro idioma, la dificultad de
organización…
En esta entrevista
quedamos en que ella daría pautas e incluso proporcionaría material para que
los profesores pudieran trabajar con él, y también en que nos daría información
sobre programas informáticos etc. para trabajar en casa. No volvió a haber
ninguna entrevista más.
Desde casa informamos a A.,
explicándole en qué consiste la dislexia y que ese es el porqué él necesita un
mayor esfuerzo para algunas cosas. Insistimos en que no tiene que ver con su
inteligencia ni su capacidad para aprender (señalándole por ejemplo que
Einstein también era disléxico, o Leonardo Da Vinci). En el último tiempo él
decía a menudo cosas como que “era más tonto que los demás”, “que Fulanito
tenía el cerebro más desarrollado, pero él era más fuerte”… El saber que lo que
él sufre tiene un nombre y unas características y que aún así el puede cumplir
sus sueños de ser científico, supuso un gran alivio y empezó a animarse y
esforzarse en hacer mejor los deberes, en hacer cosas por su cuenta como leer a
solas y después explicarnos lo que había leído, etc.
Después de esto se
sucedieron varias entrevistas con el tutor (siempre por iniciativa nuestra,
excepto las preceptivas de entrega de notas) en las que llegó a poner en duda
su dislexia insistiendo siempre en que lo que arrastraba era una falta de
hábito de trabajo. Valoraba que se estaba esforzando y trabajaba mejor, pero sus notas no lo
reflejaban llegando a suspender asignaturas en las que en el curso anterior
sacaba buena nota (como ciencias naturales, área en la que tiene muchos
conocimientos porque le encanta y es muy observador).
Acabó el curso habiendo
mejorado mucho en lectoescritura (tenía dos horas semanales de apoyo en AL) y el
tutor manifestó que había trabajado… pero sus notas fueron peores que las del
curso anterior (repetía 2º) y, a nuestro modo de ver, también su motivación,
ganas de aprender y la adquisición de nuevos conocimientos habían empeorado.
A principios de éste curso
solicitamos entrevistas con los profesores de Sciences (el anterior profesor de
inglés) y de lengua. El profesor de Sciences se muestra sorprendido de que A. tuviera
dislexia, cosa que ignoraba. La profesora de lengua asegura que según el tutor
y según el informe de orientación sólo hay una sospecha de dislexia, pero que
no obstante lo que observa es una falta de hábito de trabajo en A.
En entrevista con el
tutor nos confirma que efectivamente el informe de A. no confirma una dislexia
sino una “alta sospecha de dislexia” (adjuntamos el informe de la orientación donde se hace
un diagnóstico de “nivel global de riesgo alto de dislexia afectando tanto a la vía
fonológica como a la de acceso al léxico” y más adelante se
señala: “alumno con necesidades de apoyo específico debido a la
dislexia, lo que repercute en el resto de áreas”) pero que, en todo caso,
el problema es que el niño se niega a trabajar. Esto origina una discusión más
y un desacuerdo más entre el tutor y nuestra manera de ver la evolución de A.
después de informarnos, bastante a fondo, de lo que es y cómo se manifiesta la
dislexia. Al respecto hemos de decir que en repetidas ocasiones hemos
ofrecido información sobre el tema al tutor, que la ha rechazado
argumentando que en todo caso no era de su competencia. Le hemos proporcionado
información sobre la evolución de A., por la que tampoco ha mostrado interés, e
incluso la ha puesto, sutilmente, en duda (por ejemplo, cuando hemos
argumentado que no realizó su tarea para casa –tareas que, por otra parte,
están contraindicadas en disléxicos- porque le dolía la cabeza, tenía los ojos
rojos…, su respuesta es “yo no le he visto nunca los ojos rojos en clase”).
En esta entrevista,
octubre de 2014, solicitamos oralmente al tutor una entrevista urgente con la
orientadora actual. Después de una espera de más de dos semanas, solicito por
escrito y con registro en la secretaría del centro, cita con la orientadora a
fecha 18-11-2014. Tras dos semanas más de espera de respuesta,
solicito por la misma vía cita urgente con la orientadora, a fecha 2-12-2014.
Por fin logro reunirme con ella 10 días después.
La orientadora no pone
en duda, a la vista de todas las pruebas realizadas por la anterior
orientadora, que A. tiene un informe de dislexia, aún así me informa de que ha
pasado a los profesores un protocolo de detección, y que ya un informe más
antiguo, aunque no especificara un diagnóstico, indicaba medidas de
actuación en el aula que correspondían a los protocolos de actuación en
dislexia. Me sorprende que exista un informe anterior cuando el
tutor me había asegurado que no lo había (*remitimos éste informe donde,
efectivamente, las medidas a adoptar en el aula son las que se corresponden a
los protocolos de actuación en dislexia). Transcribo literalmente:
“Orientaciones para el
profesorado:
· -Decirle al alumno que
conoce su problema.
· -Transmitir al resto de
la clase el trastorno que tiene este alumno, preferiblemente que lo explique él
y diga en qué consiste.
· -Sentarlo en la primera
fila al lado del profesor.
· -El alumno tiene que
anotar todo en su agenda.
· -A. tendría que saber
las fechas de sus exámenes con una semana de antelación.
· -Debería tener más
tiempo que sus compañeros para la realización de los exámenes.
· -Las faltas de
ortografía deberían puntuarse de forma más baja que al resto de sus compañeros.
· -Si un alumno en el
examen tiene 10 preguntas, el alumno disléxico tendría que tener menos.
· -Los exámenes tendrían
que ser más visuales.
· -Las preguntas de los
exámenes deberían estar ya escritas para estos niños y no dictárselas.
· -Se le deben mandar
menos deberes que al resto de niños de la clase.
· -Hay que valorarle su
esfuerzo, los aspectos positivos de su trabajo.
· -Deben pronunciar
correctamente las palabras.
· -Hay que comprobar que
entiende el material escrito que se le ha entregado o que ha copiado de la
pizarra.
· -Intentar no corregir en
color rojo sus trabajos, exámenes, deberes, etc.
· -Intentar que el alumno
se presente voluntario para realizar tareas en clase o para leer en voz alta.
· -Si el alumno no quiere
leer en voz alta intentar no obligarlo.
· -No ridiculizarlo
delante de sus compañeros.
· -Sus exámenes podrán ser
orales.
· -La información nueva
debe repetirse más de una vez.
· -Los libros de lectura
deben de ser acordes a su nivel lector.
· -Hay que intentar
destacar los aspectos positivos del trabajo realizado por el alumno
· -Los copiados de la
pizarra, los dictados y la lectura que realizan tanto en clase como en casa
deberían ser más cortos.
· -Necesita más tiempo que
el resto del alumnado de la clase para acabar sus deberes.
· -Averiguar en qué
destaca y que realice actividades de ese tipo.
· -Tiene que saber su
horario escolar y lo tiene que tener apuntado en su
agenda.
Informe fechado en
JUNIO de 2012 “)
Prácticamente ninguna de
estas recomendaciones se han tenido en cuenta ni en el curso anterior
(2013-2014) ni en el primer trimestre del presente (2014-2015). Sin
embargo sí parece haber un acuerdo unánime (según el tutor) de todos los
profesores en que A. no quiere trabajar.
Pido a la orientadora
que se haga una revisión urgente y que la próxima entrevista sea también con el
tutor para evitar desacuerdos.
Nos reunimos también con
la directora del centro, para informarle de la situación de nuestro hijo y
mostrarle nuestro desacuerdo con las actuaciones en clase. Ella nos asegura que
el caso se está revisando, que la orientadora se ha reunido con los profesores
y que se van a llevar a cabo las adaptaciones necesarias.
El día de las vacaciones
de navidad tenemos la reunión con el tutor para recoger las notas. Nuestro hijo
está suspendido en todas las asignaturas, excepto gimnasia y cultura asturiana,
incluida la asignatura de arte en la que nos específica que el suspenso no es
por música sino por plástica (asignatura que imparte el tutor). Vuelve a
originarse una discusión y desacuerdo. El tutor admite que el resultado de sus
exámenes no corresponde a su nivel de conocimientos en las materias en
cuestión, pero aún así sigue remitiéndose a sus exámenes (escritos, extensos,
con preguntas que conllevan más de una pregunta…), en los que se le ha dejado
más tiempo que al resto de alumnos, en algunos más de dos horas, donde sólo ha
contestado a una o dos preguntas (¿?).
En las vacaciones de
Navidad acudimos, de forma privada, a otra profesional especializada en altas
capacidades que, después de hacer las pruebas pertinentes con A. nos informa de su
alta capacidad intelectual y de la necesidad urgente de que su dislexia sea
diagnosticada y tratada del modo adecuado (*Adjuntamos informe de
INTERAC realizado por Elisa Álvarez Santos, experta en Diagnóstico y Educación
de Alumnado con Altas Capacidades).
A la vuelta de las
vacaciones de Navidad solicitamos (por escrito al tutor) reunión a
la mayor brevedad con la orientadora. Tras más de una semana sin recibir
respuesta alguna, volvemos a hacer una petición urgente, entregada y sellada en
secretaría del centro con fecha 4 de Febrero del 2015. A día de hoy, 22 de
febrero de 2015, aún no tenemos fecha para este encuentro.
Señalar, como muestra de
lo tenso de las relaciones con el tutor, que en el último tiempo estamos
recibiendo notas “formales” –en concreto, 7 notas desde el 22 de enero hasta
ahora- comunicándonos cada pequeño fallo y aleccionándonos de lo importante que
es que estas cosas no se produzcan, por ejemplo, un retraso de cinco minutos en
la hora de entrada, que el niño olvidó la regla, que se puso a jugar con una
gomita, que no encontró sus fichas en la cartera… (*Adjuntamos, como ejemplo,
la última de estas notas).
Por todo lo señalado y
ante la dificultad de poder llegar a una comunicación fluida y de confianza y
acuerdo con el tutor (responsable máximo de su proceso educativo), SOLICITAMOS un cambio de
aula para nuestro hijo.
SOLICITAMOS que se le
traslade al Aula (escuela) de M. fundamentalmente por tres razones:
-M. es el aula más
cercana a nuestra localidad.
-M. es el aula con menor
número de alumnos del CRA, lo cual entendemos podría facilitar una atención más
personalizada para A.
-En el aula de M. hay
alumnos con los cuales nuestro hijo ya tiene una relación de amistad, lo que,
entendemos, podría facilitar su integración.
Confiamos en
que sabrá disculpar y entender lo extenso de esta carta.
A la espera de una
rápida contestación por su parte, le saludan atentamente:
(FIRMAN LOS PADRES).
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