martes, 3 de marzo de 2015

ESCRITO DE UNOS PADRES A INSPECCIÓN EDUCATIVA EN ASTURIAS.

                                                                             

A CONTINUACIÓN TIENEN EL ESCRITO DE UNOS PADRES, DIRIGIDO A INSPECCIÓN EDUCATIVA EN ASTURIAS.

HE QUITADO NOMBRES PROPIOS.

ES INTERESANTE LEER LO QUE ESTÁ PASANDO, AUNQUE LLEVE UN RATO, PUEDE DIVULGAR ESTO DONDE CONSIDERE MÁS OPORTUNO.

                                                                                                
A., 22 de Febrero de 2015

 Sr. Inspector de Educación (remitido en el Principado de Asturias):
(IDENTIFICACIÓN DE LOS PADRES),  como padre y madre respectivamente de A.P.B., alumno del CRA “P.A.D.” en el aula de B.;
Nos dirigimos a usted para SOLICITAR un cambio de aula para nuestro hijo, así como para informarle acerca de la situación que vive en la escuela, en la certeza de que no está siendo atendido ni entendido en sus necesidades y de que, incluso, se está obstaculizando y perjudicando su proceso de aprendizaje así como su evolución  intelectual  y emocional.
Nuestro hijo tiene 9 años, cursa 3º de primaria y es disléxico.  Siempre ha mostrado un gran interés por temas relacionados con la ciencia y la naturaleza, llegando a descubrir a base de observación y experimentación, por ejemplo, cómo determinar el sexo de varias especies de insectos (cosa que después hemos podido corroborar como cierta), que las patas de las ranas antes de salir ya se han formado por completo en el interior de la piel del renacuajo… y, de igual manera ha destacado en el campo de la creatividad, en pintura (donde ya le han sido otorgados tres premios, el último en el concurso de  dibujos de Navidad del concejo de V. de este año), en manualidades, tallando madera, pizarra, haciendo móviles, colgantes…
Con 6 años, en 1º de primaria, presentaba un retraso en la lectoescritura de aproximadamente 2 años, razón por la cual recibía apoyo de AL y PT. Durante el curso siguiente estuvo siguiendo, a nivel privado, una terapia optométrica (visual y auditiva) en la esperanza de que le ayudaría con sus problemas con el lenguaje. Hizo esta terapia  diariamente durante todo el curso y hubo una mejora en cuanto a audición y lenguaje (había palabras en las que invertía sílabas o pronunciaba una letra por otra), pero no la hubo en cuanto a su rendimiento escolar (después hemos sabido que la terapia optométrica no ayuda en los casos de dislexia). Cada vez más, intercambiando observaciones entre la tutora de entonces y nosotros e investigando acerca de la dislexia, llegábamos a la conclusión de que nuestro hijo encajaba en todos los protocolos de detección de la dislexia.
Él era muy consciente de sus dificultades y de que tenía que hacer un esfuerzo mucho mayor que sus compañeros en el colegio para obtener resultados peores y por ello,  por su afán de superación, y con la ayuda de su tutora y de su familia, se esforzaba en hacer esta terapia así como sus tareas escolares. A medida que avanzaba y  comprobaba que su esfuerzo no le facilitaba las cosas, empezó  a mostrar rechazo por el trabajo escolar, escrito o de memorización, y empezó a somatizar: dolores frecuentes y fuertes de estómago, dolores de cabeza, etc. Tratamos con la tutora la posibilidad de que nuestro hijo repitiera curso puesto que su desfase en algunas áreas haría difícil que pudiera seguir el ritmo de los demás y nos parecía más leve que repitiera ahora, y no cuando tuviera 2 años más.
El curso pasado vino un nuevo tutor a la escuela. En la primera semana de curso nos entrevistamos con él para ponerle en antecedentes de las dificultades que presentaba. Una semana más tarde –siempre a petición nuestra-, volvemos a entrevistarnos y nos dice que para él el problema está en que nuestro hijo no tiene “hábito de trabajo”, y que no existe informe de orientación. Nos resulta sorprendente que no haya un informe puesto que la orientadora del curso anterior estaba al día de las dificultades del niño, e incluso se había desplazado a Gijón para entrevistarse con la directora del centro en el que hacia la terapia optométrica. Entonces pedimos al tutor solicitar con urgencia cita con la orientadora, pues considerábamos imprescindible que a partir de un informe se pudieran dar pautas de actuación para el trabajo en el aula así como orientación para nosotros.
Después de mucho insistir,  a finales del primer trimestre,  nos entrevistamos con la orientadora que ya había realizado las pruebas pertinentes. Sus primeras palabras fueron “Su hijo tiene una dislexia de libro”, cosa que iba confirmando cada vez más a medida que le hablábamos de la evolución de nuestro hijo. Así mismo nos señaló que A. tiene una capacidad intelectual muy alta, razón por la cual llegó a cuestionar el que estuviera repitiendo curso, porque si bien no presentaba un nivel aceptable en lecto escritura, lo cual era necesario, en otras áreas podía caer en el aburrimiento y en consecuencia desmotivarse aún más. Según ella el rechazo al trabajo escolar era normal y comprensible en su caso por la frustración acumulada, y era algo que se debía tratar fomentando su autoestima y con adaptaciones que le facilitaran tener éxito en su trabajo. Además de los problemas de lectoescritura, A. tiene común con otros disléxicos: la memoria inmediata, la memorización de series (días de la semana, meses del año, tablas de multiplicar), así como el aprendizaje de otro idioma, la dificultad de organización…
En esta entrevista quedamos en que ella daría pautas e incluso proporcionaría material para que los profesores pudieran trabajar con él, y también en que nos daría información sobre programas informáticos etc. para trabajar en casa. No volvió a haber ninguna entrevista más.
Desde casa informamos a A., explicándole en qué consiste la dislexia y que ese es el porqué él necesita un mayor esfuerzo para algunas cosas. Insistimos en que no tiene que ver con su inteligencia ni su capacidad para aprender (señalándole por ejemplo que Einstein también era disléxico, o Leonardo Da Vinci). En el último tiempo él decía a menudo cosas como que “era más tonto que los demás”, “que Fulanito tenía el cerebro más desarrollado, pero él era más fuerte”… El saber que lo que él sufre tiene un nombre y unas características y que aún así el puede cumplir sus sueños de ser científico, supuso un gran alivio y empezó a animarse y esforzarse en hacer mejor los deberes, en hacer cosas por su cuenta como leer a solas y después explicarnos lo que había leído, etc.
Después de esto se sucedieron varias entrevistas con el tutor (siempre por iniciativa nuestra, excepto las preceptivas de entrega de notas) en las que llegó a poner en duda su dislexia insistiendo siempre en que lo que arrastraba era una falta de hábito de trabajo. Valoraba que se estaba esforzando y trabajaba  mejor, pero sus notas no lo reflejaban llegando a suspender asignaturas en las que en el curso anterior sacaba buena nota (como ciencias naturales, área en la que tiene muchos conocimientos porque le encanta y es muy observador).
Acabó el curso habiendo mejorado mucho en lectoescritura (tenía dos horas semanales de apoyo en AL) y el tutor manifestó que había trabajado… pero sus notas fueron peores que las del curso anterior (repetía 2º) y, a nuestro modo de ver, también su motivación, ganas de aprender y la adquisición de nuevos conocimientos habían empeorado.
A principios de éste curso solicitamos entrevistas con los profesores de Sciences (el anterior profesor de inglés) y de lengua. El profesor de Sciences  se muestra sorprendido de que A. tuviera dislexia, cosa que ignoraba. La profesora de lengua asegura que según el tutor y según el informe de orientación sólo hay una sospecha de dislexia, pero que no obstante lo que observa es una falta de hábito de trabajo en A.
En entrevista con el tutor nos confirma que efectivamente el informe de A. no confirma una dislexia sino una “alta sospecha de dislexia”  (adjuntamos el informe de la orientación donde se hace un diagnóstico de  “nivel global de riesgo alto de dislexia afectando tanto a la vía fonológica como a la de acceso al léxico” y más adelante se señala: “alumno con necesidades de apoyo específico debido a la dislexia, lo que repercute en el resto de áreas”) pero que, en todo caso, el problema es que el niño se niega a trabajar. Esto origina una discusión más y un desacuerdo más entre el tutor y nuestra manera de ver la evolución de A. después de informarnos, bastante a fondo, de lo que es y cómo se manifiesta la dislexia. Al respecto hemos de decir que en repetidas ocasiones hemos ofrecido  información sobre el tema al tutor, que la ha rechazado argumentando que en todo caso no era de su competencia. Le hemos proporcionado información sobre la evolución de A., por la que tampoco ha mostrado interés, e incluso la ha puesto, sutilmente, en duda (por ejemplo, cuando hemos argumentado que no realizó su tarea para casa –tareas que, por otra parte, están contraindicadas en disléxicos- porque le dolía la cabeza, tenía los ojos rojos…, su respuesta es “yo no le he visto nunca los ojos rojos en clase”).
En esta entrevista, octubre de 2014, solicitamos oralmente al tutor una entrevista urgente con la orientadora actual. Después de una espera de más de dos semanas, solicito por escrito y con registro en la secretaría del centro, cita con la orientadora a fecha 18-11-2014. Tras dos semanas más de espera  de respuesta, solicito por la misma vía cita urgente con la orientadora, a fecha 2-12-2014. Por fin logro reunirme con ella 10 días después.
La orientadora no pone en duda, a la vista de todas las pruebas realizadas por la anterior orientadora, que A. tiene un informe de dislexia, aún así me informa de que ha pasado a los profesores un protocolo de detección, y que ya un informe más antiguo, aunque no especificara  un diagnóstico, indicaba medidas de actuación en el aula que correspondían a los protocolos de actuación en dislexia.  Me sorprende que exista un informe anterior cuando el tutor me había asegurado que no lo había (*remitimos éste informe donde, efectivamente, las medidas a adoptar en el aula son las que se corresponden a los protocolos de actuación en dislexia). Transcribo literalmente:
“Orientaciones para el profesorado:
·         -Decirle al alumno que conoce su problema.
·         -Transmitir al resto de la clase el trastorno que tiene este alumno, preferiblemente que lo explique él y diga en qué consiste.
·         -Sentarlo en la primera fila al lado del profesor.
·         -El alumno tiene que anotar todo en su agenda.
·         -A. tendría que saber las fechas de sus exámenes con una semana de antelación.
·         -Debería tener más tiempo que sus compañeros para la realización de los exámenes.
·         -Las faltas de ortografía deberían puntuarse de forma más baja que al resto de sus compañeros.
·         -Si un alumno en el examen tiene 10 preguntas, el alumno disléxico tendría que tener menos.
·         -Los exámenes tendrían que ser más visuales.
·         -Las preguntas de los exámenes deberían estar ya escritas para estos niños y no dictárselas.
·         -Se le deben mandar menos deberes que al resto de niños de la clase.
·         -Hay que valorarle su esfuerzo, los aspectos positivos de su trabajo.
·         -Deben pronunciar correctamente las palabras.
·         -Hay que comprobar que entiende el material escrito que se le ha entregado o que ha copiado de la pizarra.
·         -Intentar no corregir en color rojo sus trabajos, exámenes, deberes, etc.
·         -Intentar que el alumno se presente voluntario para realizar tareas en clase o para leer en voz alta.
·         -Si el alumno no quiere leer en voz alta intentar no obligarlo.
·         -No ridiculizarlo delante de sus compañeros.
·         -Sus exámenes podrán ser orales.
·         -La información nueva debe repetirse más de una vez.
·         -Los libros de lectura deben de ser acordes a su nivel lector.
·         -Hay que intentar destacar los aspectos positivos del trabajo realizado por el alumno
·         -Los copiados de la pizarra, los dictados y la lectura que realizan tanto en clase como en casa deberían ser más cortos.
·         -Necesita más tiempo que el resto del alumnado de la clase para acabar sus deberes.
·         -Averiguar en qué destaca y que realice actividades de ese tipo.
·         -Tiene que saber su horario escolar y lo tiene que tener apuntado en su agenda.                                                            
 Informe fechado en JUNIO de 2012  “)

Prácticamente ninguna de estas recomendaciones se han tenido en cuenta ni en el curso anterior (2013-2014) ni en el primer trimestre  del presente (2014-2015). Sin embargo sí parece haber un acuerdo unánime (según el tutor) de todos los profesores en que A. no quiere trabajar.
Pido a la orientadora que se haga una revisión urgente y que la próxima entrevista sea también con el tutor para evitar desacuerdos.
Nos reunimos también con la directora del centro, para informarle de la situación de nuestro hijo y mostrarle nuestro desacuerdo con las actuaciones en clase. Ella nos asegura que el caso se está revisando, que la orientadora se ha reunido con los profesores y que se van a llevar a cabo las adaptaciones necesarias.
El día de las vacaciones de navidad tenemos la reunión con el tutor para recoger las notas. Nuestro hijo está suspendido en todas las asignaturas, excepto gimnasia y cultura asturiana, incluida la asignatura de arte en la que nos específica que el suspenso no es por música sino por plástica (asignatura que imparte el tutor). Vuelve a originarse una discusión y desacuerdo. El tutor admite que el resultado de sus exámenes no corresponde a su nivel de conocimientos en las materias en cuestión, pero aún así sigue remitiéndose a sus exámenes (escritos, extensos, con preguntas que conllevan más de una pregunta…), en los que se le ha dejado más tiempo que al resto de alumnos, en algunos más de dos horas, donde sólo ha contestado a una o dos preguntas (¿?).
En las vacaciones de Navidad acudimos, de forma privada, a otra profesional especializada en altas capacidades que, después de hacer las pruebas pertinentes con A. nos informa de su alta capacidad intelectual y de la necesidad urgente de que su dislexia sea diagnosticada y tratada del modo adecuado (*Adjuntamos informe de INTERAC realizado por Elisa Álvarez Santos, experta en Diagnóstico y Educación de Alumnado con Altas Capacidades).
A la vuelta de las vacaciones de Navidad  solicitamos (por escrito al tutor) reunión a la mayor brevedad con la orientadora. Tras más de una semana sin recibir respuesta alguna, volvemos a hacer una petición urgente, entregada y sellada en secretaría del centro con fecha 4 de Febrero del 2015. A día de hoy, 22 de febrero de 2015, aún no tenemos fecha para este encuentro.
Señalar, como muestra de lo tenso de las relaciones con el tutor, que en el último tiempo estamos recibiendo notas “formales” –en concreto, 7 notas desde el 22 de enero hasta ahora- comunicándonos cada pequeño fallo y aleccionándonos de lo importante que es que estas cosas no se produzcan, por ejemplo, un retraso de cinco minutos en la hora de entrada, que el niño olvidó la regla, que se puso a jugar con una gomita, que no encontró sus fichas en la cartera… (*Adjuntamos, como ejemplo, la última de estas notas).

Por todo lo señalado y ante la dificultad de poder llegar a una comunicación fluida y de confianza y acuerdo con el tutor (responsable máximo de su proceso educativo), SOLICITAMOS un cambio de aula para nuestro hijo.
SOLICITAMOS que se le traslade al Aula (escuela) de M. fundamentalmente por tres razones:
-M. es el aula más cercana a nuestra localidad.
-M. es el aula con menor número de alumnos del CRA, lo cual entendemos podría facilitar una atención más personalizada para A.
-En el aula de M. hay alumnos con los cuales nuestro hijo ya tiene una relación de amistad, lo que, entendemos, podría facilitar su integración.
  Confiamos en que sabrá disculpar y entender lo extenso de esta carta.
A la espera de una rápida contestación por su parte, le saludan atentamente:

(FIRMAN LOS PADRES).

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